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La "Atmosferastruttura"- Bases para una arquitectura futurista: Enrico Prampolini

La "Atmosferastruttura"-Bases para una

arquitectura futurista

Enrico Prampolini

 


 

Ninguna actividad artística ha tenido nunca un carácter de displicente anacronismo como la arquitectura.

Esta primera manifestación absolutamente necesaria del ingenio humano, que hubiese debido si no anticipar las necesidades del hombre, sí al menos satisfacerlas según surgían, ha quedado siempre atrás y ha seguido con pasos de plomo la constante evolución de las expresiones humanas, separándose cada vez más de ellas y creando un abismo culpable entre las necesidades de la vida del hombre y los objetivos esenciales de la arquitectura.

Como la pintura es una consecuencia abstracta de la escultura y la escultura es una consecuencia abstracta de la arquitectura, así la arquitectura ha sido una consecuencia abstracta de los elementos vegetales de la naturaleza originada de la evolución de necesidades intrínsecas a la vida humana primitiva.

Como la casa y la arquitectura del hombre primitivo tuvieron un origen vegetal porque reflejaban la vida primitiva, aborigen y lacustre del hombre, así la casa futura y la arquitectura futurista serán una consecuencia abstracta de los elementos atmosféricos y de las formas del espacio originadas de la evolución de necesidades intrínsecas a la vida humana futurista. La arquitectura futurista debe tener una génesis atmosférica porque refleja la vida intensa del movimiento, la luz y el aire de los que el hombre futurista se alimenta.

Si el troglodita, para defenderse de la naturaleza, sintió la necesidad y tuvo la genialidad de crear las cabañas sobre palafitos, uniendo entre sí los elementos vegetales y formando un conjunto arquitectónico adecuado a sus necesidades y las de su tiempo, nosotros, ahora, puesto que no vivimos en la misma época, no debemos ni podemos tolerar los mismos elementos arquitectónicos que, desde entonces hasta hoy lacra inevitable de nuestras viviendas reduciendo la arquitectura a un estado de impotencia.

De hecho, sabemos que toda la arquitectura construida hasta hoy es una tímida derivación de las casas sobre palafitos de la edad del bronce. Las mismas formas arquitectónicas, las mismas bases, los elementos vegetales utilizados por el hombre primitivo para construir su casa, han sido reproducidos por todas las generaciones de las diferentes civilizaciones, y las formas arquitectónicas se han ido devaluando en relación con las necesidades prácticas. Aceptando así, a priori, los valores intrínsecos y la estructura esencial de las cabañas sobre palafitos, sin criterio, con el sentido de la más despreocupada ignorancia, con la necia concepción de una hipotética reforma, estas generaciones llegaron, por deducción, a servirnos esa monótona expresión de estilos arquitectónicos que constituye la más torpe representación de plagio recíproco que las civilizaciones hayan podido expresar. Las civilizaciones primigenias (Babilonia, Asiria, Egipto, Caldea, etc.) estilizaron, materializándolos, los elementos naturales que los hombres primitivos utilizaron de forma rudimentaria y en su estado natural, convirtiendo los palafitos en columnas y transfigurando los caracteres instintivos de la cabaña en templos, etc.. De esta manera cubrieron de hipocresía la genial espontaneidad práctica de aquellas poblaciones originales. Los Griegos y los Romanos siguieron con escasa originalidad la labor de hacer más abstractas y sintéticas las formas vegetales ya materializadas por las anteriores civilizaciones. Los cristianos, luego, perdidos en la oscuridad del misticismo, cambiaron la esencia práctica de la casa por el significado y la idea del símbolo. Los estilos que siguieron a éstos no son sino una derivación bastarda de búsquedas inquietantes cuyos protagonistas fueron esas incógnitas que se llamaron Brunelleschi, Bramante, Miguel Angel, Bernini, etc.*.

Lo que cuenta, para un arquitecto futurista y para la arquitectura futurista, no es tan sólo establecer la diferencia entre los valores constructivos de dos edificios, sino también que cada habitación esté concebida y construida para el fin deseado y conforme a las necesidades que han sido identificadas; además, el edificio no debe en absoluto servir para otros usos, dejando así de generarse aquella equívoca confusión entre construcción civil y militar, aquella transformación de hospitales en hoteles, de escuelas en mustias viviendas, etc.

También afirmo que, puesto que cada actividad humana tiene su propia arquitectura apta para sus necesidades, ya no deberá establecerse distinción entre la arquitectura lujosa, oficial o de estilo (como hoy se la define erróneamente) y la arquitectura comercial, fruto de una especulación vulgar y repugnante. Sólo reflejando la vida presente y futura, tumultuosa y ensordecedora, que se desarrolla entre atmósfera y fuerza, se podrá alcanzar aquella revolución en la construcción que es tan necesaria para la concepción de nuevas fases arquitectónicas, asumiendo también ese valor artístico hasta ahora reducido a una mera ostentación. La arquitectura futurista tendrá una relación directa y absoluta con la vida y ésta estará recíprocamente coordinada con la arquitectura. De ello se deriva que, como las expresiones humanas forman parte integrante de la arquitectura, así ésta forma a su vez parte integrante de la atmósfera. Puesto que la vida futurista se desarrolla en el aire, en la luz (energías naturales) y en la fuerza (energía artificial), la arquitectura futurista deberá ser plasmada y exteriorizada por estas tres entidades energéticas que, amalgamadas, crean una única entidad abstracta que yo llamo diatesis esférica, una consecuencia abstracta de energías que establece la relación-valor entre la influencia natural de la atmósfera y las necesidades materiales del hombre.

La renovación de la pintura y de la escultura se ha producido mediante el dinamismo plástico y pictórico futurista con la búsqueda del estilo del movimiento, de los estados de ánimo, de la escultura de ambiente creada por Boccioni. Igualmente, la renovación arquitectónica se ha producido mediante la búsqueda y la concepción del estilo atmosférico, de las formas atmosféricas, de la diatesis esférica o construcción física de la arquitectura futurista: relación relativa con el movimiento de la tierra, con la propagación de la luz, con la expansión atómica del aire, porque no es concebible una obra arquitectónica que forme parte de la superficie terrestre ajena a las influencias esféricas de la evolución terrestre o no subordinable a las energías por las que está rodeada (luz, aire, fuerza); relación absoluta con el entorno y con la vida humana porque es absurda e incomprensible una arquitectura ajena a cualquier aliento del hombre, a los 32 grados o más de calor o a los 17 grados bajo cero. Se impone la absoluta necesidad de crear para la arquitectura un nuevo carácter étnico universal por medio del cual ésta pueda adquirir sus valores absolutos, artísticos y materiales. Nosotros, con la búsqueda del estilo atmosférico y la influencia del dinamismo esférico, hemos solucionado este problema, rescatándolo de la inercia, del yugo comercial, y poniendo lo relativo exterior en relación con el absoluto interior, con gravitación y peso.

Todas las construcciones futuristas basadas en el espacio sufrirán la influencia de la atracción universal prolongándose hacia el infinito, creando macizos y vacíos abstractos.

 

(La primera parte, hasta el *, se encuentra publicada en "Noi", a. II, nº 2, 3, 4, Roma, febrero de 1918, con referencia a "Il Piccolo Giornale d'Italia", Roma, del 29-30 de enero de 1914, a. III, nº 29, p. 3, en el que apareció toda la segunda parte del manifiesto, desde "Las civilizaciones primordiales....").