Hoy, el genio del Arquitecto futurista Antonio Sant'Elia, creador de la nueva arquitectura mundial, impone en todos los lugares el esplendor geométrico y lírico de los nuevos materiales de construcción.
El Lingotto Fiat fue el primer invento arquitectónico futurista. En 1924 Fortunato Depero construyó, en Monza, el Pabellón Publicitario de una Editorial inspirándose en los caracteres tipográficos. En 1928, Enrico Prampolini diseñó el Pabellón Futurista para la Exposición Nacional de las Artes Decorativas. Fillia organizó entonces la primera exposición de arquitectura futurista bajo el alto patronazgo de Mussolini.
En 1931 triunfó en París el Pabellón Colonial del arquitecto futurista Guido Fiorini, cuyo interior estaba decorado con murales plásticos de Enrico Prampolini. Fiorini inventó, en 1932, la "Tensistruttura", la primera arquitectura mecánica de hierro sin cemento armado cuyos lados eran soportados por tirantes fijados a un mástil central de acero y bajo cuya base, casi totalmente colgante, se podía circular.
El arquitecto futurista Angiolo Mazzoni construyó en Italia los primeros grandes edificios públicos futuristas (el Palacio de Correos y Telégrafos y la Estación Littoria, así como el Campamento en la Playa de Calambrone).
Sobre las arquitecturas de la Trienal de Milán aleteaba el genio de Sant'Elia: el "Aeropuerto Civil" de Enrico Prampolini destacó por su perfecta armonía entre interior y exterior.
Al glorioso e imprescindible manifiesto del Arquitecto futurista Antonio Sant'Elia, lanzado por el Movimiento Futurista Italiano en 1914 y en el que se han inspirado todos los arquitectos innovadores, hoy se añade un factor importante: la Aviación.
Ésta modifica el mundo civil y militarmente, plantea nuevos problemas artísticos, sociales, políticos, industriales y comerciales. Por lo tanto, es una nueva atmósfera espiritual la que genera este segundo manifiesto, que ensancha las alas abiertas del primero.
Igualmente, el urbanismo de Sant'Elia, alimentándose de ruralismo acelerado, de aeropoesía, aeropintura y aeroescultura, crea la Ciudad Única de líneas continuas que deben contemplarse desde el cielo.
Casi todas las hermosas ciudades elogiadas por los automovilistas fueron construidas por hombres que ignoraban o infravaloraban el vuelo, y, por lo tanto, si las miramos desde un avión, presentan un aspecto pobre y melancólico.
Para quienes las miren desde el cielo, de hecho, se asemejan a montones de chatarra, a marañas de cascotes, a derrames de ladrillos o a llagas deformadas.
Sin color ni carácter, geometría o ritmo.
Las ciudades más vivas aparecen envueltas en mórbidos humos grises. Las ciudades antiguas se muestran petrificadas como beatas de luto y negros monjes postrados alrededor de un campanario enmudecido.
Aterrizando en su olor a gasolina, moho, cocina, incienso, tabaco y colada sentimos que la cal azulada de los muros arde del deseo de un vuelo verde, fresco y libre. Ella también, como nosotros, es incapaz de vivir en ese lugar, ¡atormentado fragmento de cielo!
Las ciudades nuevas o renovadas son culpables de reproducir, agigantándolos y afeándolos, los rugosos conciliábulos de casas del pasado.
Si entramos en una de esas viviendas sentimos la angustia de las personas apiñadas, cada una de ellas a disgusto, aplastada, no vivificada por la humanidad de los demás.
Es una locura absurda el vivir enlatados. Es antiespiritual, antihigiénico y antipráctico. Antiguas, nuevas o renovadas, estas ciudades están, todas ellas, indefensas, y pueden ser destruidas por el capricho de una brigada enemiga.
Todas son antideportivas, porque comprimen de manera ridícula al hombre en la masa sedentaria de los espectadores del deporte, en lugar de mejorar su agilidad y sus cualidades deportivas.
Los poetas, arquitectos y periodistas futuristas hemos creado la gran Ciudad única de líneas continuas para ser contemplada en el vuelo, fuga paralela de Aeropistas y Aerocanales de cincuenta metros de ancho, separados entre sí por ágiles urbanizaciones de repostaje (repostaje espiritual y material) que alimentarán todas las diferentes velocidades y que nunca se entrecruzarán. Las aeropistas y los aerocanales (que armonizarán las redes de los ríos con las líneas aéreas) modificarán la configuración de las llanuras, de las colinas y de las montañas.
Por razones estéticas y para armonizar cada vez más empáticamente la vida de la tierra con la vida del cielo, los puertos marítimos y de hidroaviones ya no tendrán inmóviles acantilados, sino móviles muelles de acero que ofrecerán abrigo a los hidroaviones desde cualquier dirección y ordenarán plásticamente las largas hileras de olas cruzadas por la blancura de las gaviotas en vuelo, los irisados nimbos de espuma levantados en los despegues y las cascadas de diamantes que embellecen los amarajes sobre el verde intenso de las profundidades marinas.
Por consiguiente, se eliminarán las serpenteantes carreteras de polvo y barro, se cubrirán las acequias y se liberarán los campos de sus cuatro paredes de árboles para facilitar aterrizajes largos.
Las aeropistas, visibles de día por su color vivo y, de noche, por su iluminación de focos y luces rasantes, dispondrán cada cincuenta kilómetros de Urbanizaciones de Repostaje, que se prolongarán hasta unirse entre sí tocando en cada punto la solitaria, pura e higiénica campiña y brindando así, en cada punto, evasión y refugio en caso de bombardeo aéreo.
A ambos lados de las aeropistas y de los aerocanales se abrirán los aeropuertos subterráneos y los puertos blindados para hidroaviones.
Las aeropistas correrán a lo largo de la península, irán de los Apeninos al mar y cruzarán las colinas y las cordilleras, de una cima a otra, convirtiéndose en fáciles pistas de aterrizaje de montaña dotadas de numerosas terrazas panorámicas.
Cada urbanización de repostaje tendrá su propia fisonomía característica y autónoma.
La ciudad única de líneas continuas mostrará al cielo su paralelismo de aeropistas azules, doradas y naranja, sus aerocanales resplandecientes y sus largas urbanizaciones de repostaje de superficie móvil, que comunicarán con los aviones más altos literaria, plástica y periodísticamente mediante armonías multimateriales de metales, cristales, mármoles, agua inmóvil, agitada o en cascadas, electricidad, neón, cohetes y con una expulsión gradual de humo multicolor.
Cada urbanización de repostaje poseerá una forma geométrica propia y un propio ritmo original.
No existirán leyes de verticalidad ni leyes de horizontalidad. Los edificios en forma de esfera, cono, pirámide, prisma recto triangular, prisma oblicuo cuadrangular, triángulo escaleno, triángulo isósceles, poliedro y rombo tendrán una individualidad estética y práctica, pero estarán sometidos al principio dominante de la urbanización de repostaje.
Los que vuelen verán esta urbanización como una flecha, un anillo, una hélice, una cuña, un crisol, un brillante, una matriz. Se parecerá a un embudo, a una estrella, a un entramado de raíces; estará deshilachada, arborizada, escalonada o inflada. Superficies curvas diseñadas a tal efecto favorecerán el juego de los reflejos de seda amarilla bajo los rayos del sol.
El tema dominante de la urbanización de repostaje obedecerá o complementará el paisaje y el clima armonizando, por ejemplo, una urbanización azul con un desierto anaranjado, urbanizaciones cilíndricas con triángulos de roca en el mar, horizontes planos con haces verticales de ascensores para helicópteros.
En el subsuelo estarán las tuberías de agua marina, de aire de montaña, de correo, etc.
El interior de la casa, mecánico, plástico, luminoso y transparente a la vez, siempre modificable con muebles de esferas y paredes automáticas dobles y triples, permitirá también el silencio y la intimidad. No existirá el dormitorio, el comedor o el salón, sino que será posible moldear todos los espacios imaginables. Un desnivel multimaterial y cromático de los suelos y los techos.
La urbanización de repostaje mantendrá un perfecto equilibrio entre las zonas dedicadas a viviendas, a la educación, el arte, la vida militar, la vida política, la industria, el comercio, la agricultura, el deporte, etc.
Como amplias esculturas multicolores y dinámicas, llenas de jardines y huertas de frutales colgantes sobre escalinatas y espirales, las urbanizaciones de repostaje incorporarán estéticamente en su unidad ríos, lagos, colinas, montañas y glaciares.
Cada edificio, sin embargo, expresará con su variedad multimaterial móvil y su ajardinamiento el alma del propietario, que se manifestará oliendo a rosa, a acacia, a violeta, a vainilla, etc. Cada selva atravesada, cada montaña escalada y cada urbanización de repostaje representarán el homenaje de un pueblo a un gran hombre o a un acontecimiento glorioso. Eliminaremos la noche con enormes focos o con soles artificiales, volantes o inmóviles, para prolongar el día y distribuir el sueño científicamente.
En las más altas terrazas radiaciones eléctricas y electromagnéticas disiparán las nubes y la niebla, o las plasmarán y las colorearán con elegancia.
Las aeropistas y sus urbanizaciones de repostaje construidas con estructuras de hierro, vidrio, cemento armado, revestimientos de mármol, piedra, cristal, metal, terracota, electricidad, gas luminoso, cerámica, porcelana, linóleo, materiales gresificados, jardines floridos, láminas y saltos de agua, eliminarán también todo regionalismo, chovinismo y ruralismo, y brindarán a Italia una ciudad única de líneas continuas de velocidad, salud y placer de vivir, realmente digna de la aviación fascista y de su Jefe Benito Mussolini.
Las aeropistas estarán preferentemente pintadas en un resplandeciente color oro, optimista e imperial, para que, desde el cielo, parezcan las estelas dejadas por el sol en un océano en el que el aire azul se mezcla con el suave verde terrestre.
Volando de noche, con los soles apagados, las tendremos debajo de nosotros como relucientes vías lácteas sembradas de las estrellas creadas por la quieta explosión de las letras resplandecientes de esta palabra que abarca de los Alpes hasta Mogadiscio: ITALIA.
"Sant´Elia", II, nº 3, 1 de febrero de 1934
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