El sitio web de la UCLM utiliza cookies propias y de terceros con fines técnicos y de análisis, pero no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios. Sin embargo, puede haber enlaces a sitios web de terceros, con políticas de cookies distintas a la de la UCLM, que usted podrá aceptar o no cuando acceda a ellos.

Puede obtener más información en la Política de cookies. Aceptar

La sexualidad tras el cáncer de mama, la gran olvidada, por Ana Isabel Cobo y Juan Manuel Carmona, en The Conversation

14/08/2020
Compartir:  logotipo Twitter

La sexualidad tras el cáncer de mama, la gran olvidada, por Ana Isabel Cobo y Juan Manuel Carmona, en The Conversation

14/08/2020

Ana Isabel Cobo Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha y Juan Manuel Carmona Torres, Universidad de Castilla-La Mancha

Carmen, a sus 43 años, pensaba que estaba en lo mejor de su vida. Tenía un buen trabajo, dos hijas pequeñas, un matrimonio bien avenido y los complejos de la juventud habían desaparecido. La década de los cuarenta años le prometía muchos éxitos.

Lo malo es que, como dice el refrán, “el hombre propone y Dios dispone”. Y de repente, en una revisión, le diagnosticaron un cáncer de mama. Según sus amigos, ella tuvo “suerte”, ya que se lo habían diagnosticado de forma temprana y solo tuvieron que quitarle el tumor, dejándole el pecho casi igual que antes (tumorectomía). También le dieron 30 sesiones de radioterapia y se libró de la quimioterapia. Ahora tiene un tratamiento hormonal que toma todos los días durante 10 años. Claro que en este tratamiento nadie se fija.

Sin embargo, para ella es crucial. Porque este tratamiento hormonal ha hecho que sus ovarios dejen de producir estrógenos, y así ha disminuido drásticamente la probabilidad de recaída. Hasta ahí, excelente. El problema es que también tiene efectos secundarios nada baladíes: ha engordado, sufre dolores articulares, tiene sequedad vaginal y le ha disminuido muchísimo la libido.

Estas alteraciones han hecho que su sexualidad se haya resentido mucho. Ya no es lo que era antes. Cada vez que acude a la revisión oncológica, le preguntan sobre muchos aspectos, pero nunca sobre su sexualidad. A ella le da una vergüenza enorme, así que tampoco dice nada.

Hay muchas mujeres en la situación de Carmen, o incluso peor, porque se han sometido a tratamientos más agresivos como pueden ser la mastectomía y la quimioterapia. Traducido a cifras, se calcula que nueve de cada diez mujeres con cáncer de mama dicen tener peor vida sexual que antes.

A pesar de este dato, la sexualidad es una gran olvidada en las consultas de oncología, ya que no se suele preguntar por ella.

Tratamientos contra el cáncer de mama

Según el GEICAM (grupo de investigación en cáncer de mama), se estima que una de cada 8 mujeres españolas padecerá cáncer de mama. El rango de edad suele ser de 35 a 80, aunque suele darse más en mujeres entre los 45 y los 60 años.

Desde el momento del diagnóstico, las pacientes se ven sometidas a múltiples tratamientos. Los hay de tipo quirúrgico como la mastectomía, que puede implicar la extirpación de una mama o de ambas, y la tumorectomía, que solo elimina el tumor. A los que se suman la quimioterapia, la inmunoterapia y la radioterapia. Si además resulta que el cáncer tiene receptores positivos en estrógenos y progesterona, también tomarán tratamiento hormonal durante 5 o 10 años.

La finalidad del tratamiento hormonal es bloquear los receptores de estrógenos de las células tumorales y disminuir la probabilidad de desarrollar otro cáncer de mama. Pero, como ya hemos mencionado, no está exento de efectos secundarios. Generalmente genera una menopausia precoz, con sequedad vaginal, disminución de la libido, aumento de peso, dolores articulares, dolores de cabeza… Cuando la mujer no ha alcanzado la edad para tener una menopausia, estos efectos secundarios son más notables.

Tras el cáncer de mama, cae el deseo

En un estudio realizado por investigadores de la UCLM con 514 mujeres que sufrieron cáncer de mama, se comprobó que repercute notablemente en la calidad de vida de las mujeres, en la sexualidad y en la autoestima.

Centrándonos en la sexualidad, el 90% de las mujeres que habían participado en la investigación manifestaron que su vida sexual había cambiado desde que apareció el cáncer. Los principales problemas que suelen tener es falta de deseo, dificultad para poder excitarse, disminución de la lubricación y, como consecuencia de todo, más dolor en la penetración. Eso sin contar que en las mujeres con doble mastectomía y sin cirugía reconstructiva aumenta la probabilidad de tener disfunción sexual y peor autoestima.

Como recomienda la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) , la salud sexual debe abordarse como parte del tratamiento para mejorar la calidad de vida de las mujeres con cáncer. Y estas intervenciones deben darse desde un equipo multidisciplinar (oncología, ginecología, enfermería, psicología y sexología)

Estos son los principales consejos que se pueden dar a mujeres que han superado el cáncer de mama y se enfrentan a disfunciones sexuales:

  1. Normalizar lo que les ocurre, no considerándose “bichos raros”. Muchas mujeres han pasado por lo mismo. Se han sometido a tratamientos que tienen muchos efectos secundarios, han visto cambiar su imagen corporal, etc.

  2. Hablar con sus parejas, compartir sensaciones y miedos. Y, a continuación, explorar juntos otros repertorios sexuales, tomándose el tiempo necesario en los preámbulos.

  3. Preguntar a los profesionales de la salud qué lubricantes y cremas hidratantes vaginales pueden utilizar, ya que no valen todos. Los más adecuados para mujeres con cáncer de mama positivos a receptores hormonales son aquellos que no contienen ni estrógenos ni parabenos.

Aunque en los últimos años se ha conseguido incrementar la supervivencia de la mujer con cáncer de mama, también conviene trabajar en mejorar la calidad de los años de vida que les quedan.The Conversation

Ana Isabel Cobo Cuenca, Profesora Contratada doctora en la Universidad de Castilla la Macha (UCLM). Grupo IMCU, Universidad de Castilla-La Mancha y Juan Manuel Carmona Torres, Profesor Contratado Doctor Interino en la Facultad de Fisioterapia y Enfermería, Universidad de Castilla-La Mancha

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Volver