La investigación ética se fundamenta en los principios de justicia, beneficencia y no maleficencia, siendo el objetivo último garantizar que la investigación logre proporcionar el máximo beneficio y evite en todo lo posible el riesgo para los participantes. Evaluar los beneficios o daños que puede generar una investigación no es una tarea fácil, pero es necesario reflexionar sobre ello y tomar decisiones en consecuencia.
Por un lado, observar el principio de beneficencia incorpora la idea de reciprocidad por la que el participante, al tiempo que contribuye en la investigación, debería obtener también algo a cambio. Más allá de los beneficios esperados que la investigación puede reportar al colectivo social al que pertenece, el participante puede obtener beneficios que pueden ser o bien una compensación económica por el tiempo invertido o bien una compensación en aspectos menos materiales. Participar en una investigación puede ser una experiencia gratificante, educativa, terapéutica o simplemente puede resultar positiva por el hecho de saber que sus opiniones y puntos de vista están siendo escuchados. Como investigadores debemos pensar cuáles son esos beneficios e informarlos (en la hoja de consentimiento informado) de manera realista, de tal modo que no se generen falsas expectativas. Otra manera de proporcionar beneficio a los participantes puede ser también devolverles los resultados de la investigación, especialmente, si se permite la posibilidad de dar su opinión sobre estos. De esta manera, no solo se incrementa su conocimiento al respecto, sino que se dan opciones de participación a los sujetos. Ello reporta grandes beneficios a la investigación social no solo para reforzar la validez de los resultados obtenidos, sino porque con ello también se promueve una ciencia más abierta y equitativa.
Por otro lado, el principio de no maleficencia trata de evitar que la investigación genere daño al participante. Y aunque es cierto que en el ámbito de la investigación social, en comparación con otras ciencias como, por ejemplo, las biomédicas, las posibilidades de causar daño físico son menos probables, en ocasiones las investigaciones pueden resultar intrusivas y pueden causar sufrimiento a los participantes. El daño o perjuicio en una investigación puede adquirir diversas formas, proceder de diferentes fuentes y ser determinado por el tema de la investigación, los métodos o el entorno. Es necesario reflexionar sobre ello y en caso de identificarse posibles riesgos será necesario adoptar medidas para minimizar el daño y en la medida de lo posible evitarlo. Además las medidas que se adopten deberán proporcionarse durante todo el proceso de investigación y si fuera necesario extenderlas más allá de esta.